Por: Álvaro Armas Bellorín. Cronista del Municipio Manuel Ezequiel Bruzual
Hace
algunos días, en el marco de la celebración de los 427 años de la fundación de
Nuestra Señora de Clarines, fuimos invitados a un programa radial para hablar
en nuestra condición de Cronista oficial del municipio Bruzual, sobre algunos
detalles de la fundación que, con el devenir del tiempo, terminó siendo el
génesis de Clarines. Allí junto a la grata compañía de Fernando Morón y Julio Canache,
discurrió la entrevista donde hablamos copiosamente, no sólo de Nuestra Señora
de Clarines, sino también de todo el largo proceso que terminó el 13 de junio
de 1673 cuando los Misioneros Franciscanos de Píritu refundaron en el sitio lo
que hoy se conoce como San Antonio de Clarines.
Ahora
bien, culminada la entrevista, Fernando Morón nos informa, que varias personas
llamaron o escribieron para comentar el programa y tres de ellas lo hicieron en
términos hostiles argumentando que hasta cuándo se va a seguir sosteniendo, que
Nuestra Señora de los Clarines es el génesis de este pueblo porque “…en un libro
de reciente publicación llamado Pueblos del norte de la Cuenca del Unare
escrito con suficiente respaldo documental se dejó claro que en Clarines se
comete un error al celebrar el 7 de abril de 1594 como la primera fecha de
fundación del pueblo.”
Portada del libro Pueblos del norte de la cuenca del Unare: apuntes históricos |
Lo
primero que debemos decir es que conocemos muy bien al libro en referencia, lo
hemos leído varias veces y consideramos que ciertamente tiene algunos capítulos
con aportes valiosos, que muy pocos investigadores habían abordado antes. Conocimos
también a Julio José González Chacín, quien se ganó nuestro respeto como genealogista y al
que consideramos siempre como un buen amigo y conocemos también de cerca al
otro autor del libro César Armando Muñoz García a quién consideramos un hombre serio y
preocupado por buscar siempre el documento que pueda probar lo que en historia
se dice. Ese libro nació con muchas expectativas porque siempre le precedió la
consigna de que todo lo que allí se decía tenía un buen respaldo documental y
en el marco de ese contexto, fuimos invitados por ellos a Guanape la tarde del
2 de julio del 2016 cuando se hizo la presentación del libro y hasta fuimos
invitados por los organizadores del evento para que aquella noche pronunciáramos
unas breves palabras, lo cual hicimos con el mayor de los gustos.
Esa
misma noche, ya en casa, leímos el capítulo dedicado a Clarines en el que los
autores señalan abiertamente que este pueblo no debe considerar el 7 de abril
de 1594 como la primera fecha de su fundación. Ellos fundamentan su tesis, en que Nuestra
Señora de los Clarines no le pertenece al pasado de la ciudad actual por ser una
fundación edificada “no muy lejos del actual Clarines a unas cuantas leguas
tierra adentro” y termina el capítulo tratando de quitarle fuerza a esa
fundación, por el poco tiempo que logró mantenerse en pie como pueblo. En otras
palabras, ellos descartan esa fundación por dos razones: el sitio de la
fundación y el tiempo que duró la fundación.
En la mañana siguiente a ese acto, le hicimos ver a ambos autores, no solamente nuestro total desacuerdo con lo escrito en el referido capítulo, sino también les sugerimos cómo se le sugiere a un amigo que uno quiere ayudar, que antes de que el libro circulara, debían por lo menos introducir una “Fe de erratas” explicando el por qué existe allí una reveladora contradicción entre lo que quisieron decir y lo que los lectores podrían interpretar, pues a nuestro juicio, todo el que lea el libro y tenga algo de conocimiento sobre la historia fundacional de este pueblo, va inmediatamente a deducir como corolario, que efectivamente Nuestra Señora de Clarines es sin duda alguna el génesis del nuestro actual Clarines. En otras palabras: no necesitamos buscar otros textos para probar que lo dicho por nosotros en aquella entrevista era cierto, sino que con apoyo en el mismo libro que los detractores entronizan, sobran razones para probarlo.
Ruinas del fortín San Pedro Mártir |
En
efecto la contradicción delatada puede verificarse a lo largo del capítulo en
referencia en tres casos distintos, sin embargo nos vamos a referir en este
escrito, sólo a uno de ellos, porque además de considerarlo suficiente para
probar nuestro argumento, debemos decir que nuestra intención no es
descalificar ni destruir aquí un trabajo que se hizo con tanto esfuerzo, a tan
alto costo emocional y con tan buenas intenciones, más aún cuando sabemos con
certeza que entender la historia fundacional de Clarines no es una tarea fácil.
Ahora bien, eso no significa que por más buenas intenciones que tenga el libro,
los hombres y mujeres de pensamiento que les duela Clarines, que sientan a
Nuestra Señora de los Clarines como parte de nuestro acervo histórico y cultural, no
expresen su opinión certera al ver que cada 7 de abril, surgen nuevos episodios
de gente envalentonada por la errada tesis que desarrolla el libro, al punto de
querer defenderlo a todo trance, sin importar si eso va o no en desmedro de la
identidad y la esencia del pueblo, sin importar si ofenden o no y sin investigar
antes si lo que se dice en el libro carece de veracidad. Creo que la gente que
sabe de estos menesteres deben pronunciarse y fijar posición, porque el
referido libro, prologado por un connotado Premio Nacional de Historia y
publicado bajo la promesa de estar ceñido rigurosamente al documento histórico,
ha calado tanto en la comunidad bruzualeña, que quién lo lea, da por sentado
que todo lo dicho allí es cierto y no admite discusión y si surge alguna,
generalmente responden con redoblada tozudez, pero en todo caso, creo en la
imperiosa necesidad de pronunciarse, porque al cabo de algún tiempo mucha gente
se va a preguntar por qué no reaccionó el pensamiento local frente a esa
circunstancia, sabiendo que en derecho, el que calla otorga. Acordémonos que
las palabras efectivamente tienen consecuencias -como en este caso- pero los
silencios también las tienen. Me explico:
Ruinas del fortín San Pedro Mártir |
Uno de los dos puntos que los autores alegan en su tesis, es que Nuestra Señora de Clarines fue una fundación hecha en un lugar muy distinto al Clarines de hoy, incluso se atreven a decir de manera temeraria, que esa fundación fue hecha “no muy lejos del actual Clarines, a unas cuantas leguas tierra adentro” y seguidamente nos proporcionan un dato importantísimo que por sí solo esclarece la verdad del sitio, cuando señalan que esa fundación fue edificada por Vides “en un lugar denominado por los indígenas Aripata que en lengua cumanagoto significa sitio donde crece el roble” Ahora bien, si eso es verdad, sí eso es cierto -que lo es- entonces no hay nada más que discutir, porque extrañamente el sitio escogido 79 años después por los Misioneros Franciscanos de Píritu para refundar allí al actual Clarines, también significaba lugar de árboles de roble y el que lo quiera corroborar léanse la página 68 del Tomo segundo de La Historia de la Nueva Andalucía, escrita por Fray Antonio Caulin, libro de consulta obligada para este tema, porque es allí donde nace todo lo que se conoce de la historia del actual San Antonio de Clarines. Allí Caulin escribe lo siguiente: “llegaron al de Paricata que en nuestro idioma castellano suena lugar de árboles de roble y es el mismo en el que el gobernador Acuña había fabricado el fuerte con el nombre de Clarines”. De modo pues, que allí está como testigo inobjetable e insospechable, aquella frase cargada de poesía que delata a los autores del controversial libro y los obliga a revisar el texto para darle a Nuestra Señora de Clarines el lugar que le corresponde en la historia de este pueblo; de otro modo sería un caso de extrema coincidencia -nunca antes visto-, que existan dos sitios distintos pero muy cerca uno del otro -según ellos- con el mismo nombre, con el mismo significado y dónde se edifiquen a dos Clarines distintos; y no faltará quien trate de justificar la existencia de los dos sitios al decir: ¡es que en los tiempos de Vides, uno se llamaba Aripata y en los tiempos de las Misiones el otro se llamaba Paricata, como lo dice Caulin, pero esto también tiene su explicación lógica porque en aquellos tiempos, no había registro escrito de modo que el escribiente o el plumario escribía como oía, sin mencionar la mala y enrevesada letra con que lo hacían y es muy probable que 1594 el escribiente oyera la palabra Aripata y así lo escribió y 79 años después 1673 el escribiente de turno oyera la palabra Paricata y así la escribió, pero lo importante aquí, no es como escribieron las palabras, ni cómo suenan las palabras, lo importante aquí y lo decisivo para que entendamos este asunto del sitio, es que ambos términos significan en traducción del vocablo aborigen, lo mismo: sitio donde crece el roble o lugar de árboles de roble; de modo pues, que estamos hablando de un mismo sitio y no hay razones históricas y documentales para dudar que Nuestra Señora de Clarines haya sido fundada en el mismo sitio donde hoy se erige nuestro actual Clarines.
Nuestra Señora de los Clarines, venerada en Clarines, Venezuela |
Ahora
bien, con respecto al otro punto, es decir al tiempo que duró en pie Nuestra
Señora de los Clarines, debemos decir, que para este pueblo estar donde estamos,
saber lo que sabemos y conmemorar lo que conmemoramos, no ha sido nada fácil,
porque lo peor que puede tener un pueblo es no saber de dónde viene, ni por qué
razón ha llegado a dónde está, ni porque lleva el nombre que lleva y a Clarines
le costó mucho trabajo y décadas de investigación darles respuesta a estas
interrogantes. Para entender mejor este punto, debemos empezar recordando que
antes de 1957 siempre fue un enigma para este pueblo el saber que antes de la
fundación del actual San Antonio de Clarines y más aún, antes de que Juan de Urpin construyera en 1635 el fuerte San Pedro Mártir cuyas ruinas hoy reposan detrás
de la iglesia, ya este sitio -según los documentos de la época- era conocido
como “asiento de Clarines” o “sitio de Clarines” lo que significaba, sin duda
alguna, que en este espacio, en este Altozano, en este mirador donde alguna vez
crecían robles, hubo algo importante que llevaba por nombre “Clarines” ¿Pero que
era?. Esto no se entendía muy bien porque todos los libros de historia que se
conocían, le daban justificación fundacional a esta palabra como topónimo,
muchos años después. En otras palabras: Antes
de 1957 la gente se preguntaba, si San Antonio de Clarines fue fundado en 1673,
por qué 70 años antes, ¿este sitio ya se le llamaba Clarines?
Pablo Ojer Celigueta |
Este enigma se resolvió en octubre de 1957 cuando el historiador jesuita Pablo Ojer Celigueta, nacido en Navarra España y uno de los escritores más calificados para los que quieran conocer con veracidad y certeza la formación del oriente venezolano, publicó los resultados de una investigación hecha por él, en los archivos de Indias en Sevilla, donde se encontró por accidente, con un acta fundacional de un pueblo edificado, precisamente en este sitio y del cual, no sé tenía ni la más remota idea de que había existido antes. Este pueblo inédito llevaba por nombre Nuestra Señora de Clarines y había sido fundado a orillas del río Unare el 7 abril de 1594 por el Capitán y Gobernador de la Nueva Andalucía, Francisco de Vides, acompañado de 58 hombres y 15 mujeres, provenientes de Extremadura y Andalucía, principalmente de Sevilla, Huelva y Cádiz, amparados todos por una pequeña imagen de la Virgen de los Clarines, patrona de Beas, en la Provincia de Huelva en España, muy probablemente la misma imagen que hoy veneramos en Clarines, toda vez que los estudios que se le han hecho a la pieza, han demostrado que data de una fecha anterior a la construcción de la iglesia.
Esa
fundación que protagonizó Vides, efectivamente duró apenas 2 años de difícil
existencia, porque todos sabemos que el 23 de marzo de 1596, los 27 vecinos que
a duras penas todavía quedaban en el recién fundado pueblo, tuvieron que
abandonar el caserío en veloz carrera, debido al grave riesgo de ser
aniquilados por los aborígenes Palenque, quienes, sabiéndose dueños absolutos del
territorio, no escatimaban esfuerzos para demostrarle al español su valentía y
coraje. Sin embargo, si bien es cierto que esa primera fundación duró muy poco,
hay algo que es inobjetable y que se puede probar con documento en mano: el nombre de “Clarines” como topónimo, permaneció
en este sitio desde 1594 sin interrupción ni solución de continuidad, arraigado
en este altozano cómo se arraiga un frondoso y viejo robledal con sus raíces
profundas. Pero en todo caso, el hecho de que esa primera fundación, haya
durado muy poco, no significa que tengamos nosotros que borrarlo de nuestra
memoria, de nuestra historia, de nuestras efemérides, de nuestras conmemoraciones y de nuestro
inventario patrimonial; más aún cuando hoy en día todos sabemos que desde el momento
en que Pablo Ojer descubrió en los archivos referentes al Perú, la traspapelada
acta de Nuestra Señora de Clarines, eso vino a significar para este pueblo, un
verdadero alivio, porque gracias a eso, nuestro actual Clarines comenzó a tener
conciencia de su verdadera historia fundacional, de su origen mariano, de sus
primeros fundadores, de sus primeros pobladores, de sus primeras autoridades,
del porqué de su nombre. Es decir, con este descubrimiento Clarines comienza
entender los inicios de su verdadera identidad, de su verdadera esencia y no es
justo que después de tanto trabajo, después de tantas dudas resueltas, y
después de tanto investigar, no los quieren arrebatar, así como si nada ¡
Clarines,
26 de abril de 2021